Con gran concurrencia de público y con expectativa, arrancó el jueves la 47° Edición del Festival Nacional de la Música del Litoral y 9° del Mercosur, que se realizará en la ciudad desde el 24 al 27 de noviembre, en el escenario mayor Alcibíades Alarcón, del anfiteatro Manuel Antonio Ramírez.
La apertura de la primera de las cuatro noches estuvo a cargo de los Grillitos Sinfónicos, orquesta juvenil misionera, cuya interpretación ya trascendió las fronteras de la tierra colorada.
Artistas como el Grupo Da Capo, ganador del Pre-Festival en la localidad de Jardín América, el Ballet de la Escuela Superior de Danzas, ganador de la sede Posadas, La Misión, ganador en 2015 en la Peña Oficial del Festival, María Ruppel,la Orquesta Folclórica Municipal, “Moni” Encina y toda su alegría cancionera, Legado Regional, El ballet Raza Campera, Quorum, desde Formosa, se llevaron los aplausos y el cariño de los presentes.
Tampoco faltó el humor en el Festival del Litoral con la presencia del Rulo Espínola que hizo sacar más de una carcajada y aplausos al público. El humor y la música del Gurí Molina provocaron una verdadera explosión en el público. Con el conocido tema de Puerto Tirol la gente salió a bailar sobre las escalinatas y en el puente de ingreso al escenario mayor.
El maestro Barboza creó momentos mágicos
El aplauso del público no se hizo esperar cuando vio subir al escenario al maestro Raúl Barboza. Su impronta y su música lograron cautivar a los concurrentes.
Tuvo sobre la tarima un invitado de lujo, construyendo así uno de los momentos mágicos de la noche, tocando a dúo junto a Antonio Tarrogó Ros.
Pero la magia de Barboza se extendió e hizo subir al escenario a Los Grillitos, creando una atmósfera incomparable entre dos generaciones de artistas.
Tarragó Ros, humor, sangre joven y chamamé
Luego llegó el turno solista de Antonio Tarrogó Ros, donde no faltaron los sapucay y los gritos de alegría con su vendaval “tarragosero”.
Mientras que
Los Menchos del Chamamé, tuvieron a su cargo el cierre de la primera noche, quienes hicieron delirar al público y tras los primeros acordes de chamamé la gente volvió a salir a bailar, pero no en las gradas o en el puente sino en el escenario junto a los artistas.